miércoles, 5 de septiembre de 2012

El Dilema del Erizo

En 1851, el filósofo Arthur Schopenhauer planteó en su obra Parerga und Paralipomena la siguiente parábola:

En un día muy helado, un grupo de erizos que se encuentran cerca sienten simultáneamente la necesidad de juntarse para darse calor y no morir congelados.

Cuando se aproximan mucho, sienten el dolor que les causan las púas de los otros erizos, lo que les impulsa a alejarse de nuevo.

Sin embargo, como el hecho de alejarse va acompañado de un frío insoportable, se ven en el dilema de elegir: herirse con la cercanía de los otros o morir. Por ello, van cambiando la distancia que les separa hasta que encuentran una óptima, en la que no se hacen demasiado daño ni mueren de frío.




 



martes, 4 de septiembre de 2012

Carta a un alumno

Hace unos días me dijiste, querido alumno, que era fácil la tarea de un profesor: “sólo tiene que explicar lo que ya sabe”. ¡Ay si tú supieras...!
¿No te he dicho nunca que la mayor parte de lo que te enseño lo aprendí sorteando los obstáculos contigo, creciendo yo también a tu lado?. La Universidad te muestra el sendero; pero el camino sólo se
hace al andar.
Lograr que reconozcas los pronombres, que solventes una ecuación, que leas en inglés, o que valores la Ilustración, no me convierte en una buena educadora. En un mundo plagado de información, yo debo contribuir a tu formación.
Para que tú seas justo, yo debo ser ecuánime.
Para que seas tolerante, yo debo ser comprensiva.
Para que seas responsable, yo no puedo ser negligente.
Para que tú aprendas a quererte, yo debo darte ánimo.
Y, por encima de todo, debo ser paciente... ¡Muy paciente!
A veces me insinúas (en voz baja o sin palabras) que sea tu confidente, que interceda por ti o ¿qué sé yo!, porque tú, por pedir, que no quede. De pequeño, te abracé y calmé tu llanto al entrar por vez primera en el aula; al crecer, aumentaron mis exigencias y tus reproches; en la adolescencia, sosegué tu ímpetu; y ahora te encamino hacia más altos vuelos, lejos de mí. Si alguna vez me asalta la tentación de tirar la toalla, viene a mi memoria aquella sentencia implacable del Principito: “Eres responsable para siempre de lo que has domesticado”.
¿Conoces a Khalil Gibran? Es un poeta libanés. Espero no ser presuntuosa si ahora atribuyo a los profesores unas frases que él dedica a los padres: “Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia lo lejos. Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue. Porque, así como Él ama la fl echa que vuela, ama también la estabilidad del arco y su constancia”.
Cuídate mucho, querido alumno, ahora que me dejas, y sabe que tu recuerdo y gratitud son mi mejor recompensa.
Una Profesora.