martes, 9 de octubre de 2012

Triunfo



Tradicionalmente se ha planteado el sacrificio como el camino a la realización; lo cual, nos lleva a plantearnos las siguientes reflexiones:
  • ¿Acaso el alpinista considera un sacrificio conquistar la cima de una montaña? ¿No son acaso para él los obstáculos a vencer, como parte del premio que desea lograr?
  • Para una madre, ¿es un sacrificio tener un hijo?, o ¿es la dicha excelsa de dar a luz un nuevo ser humano?
  • ¿Es sacrificio educar a un hijo o representa nuestra continuidad genética y la satisfacción de heredar un ser superior al mundo?
  • Cuando hablamos de los héroes que nos legaron la libertad,
    ¿se sacrificaron por nosotros, o para ellos era intolerable vivir en la esclavitud.
Luego de analizar éstas preguntas, seguramente llegaremos a la conclusión de que sacrificio significa tener que tolerar lo que no deseamos; por ejemplo:
  • Para el alpinista detenerse y tener que regresar sin conquistar la cima
  • Para la madre perder a su hijo en contra de su voluntad
  • Para el padre ver cómo su propio hijo se pierde en las drogas,
  • Y, para el héroe libertario seguir soportando el yugo de la esclavitud.
No existe sacrificio para el triunfador, porque "triunfar es simplemente tener la entereza para alcanzar nuestros sueños", sea logrando una profesión, un negocio próspero, lo reconocemos como esfuerzo sostenido, por lo tanto debemos estar conscientes de que el fracasado jamás hará lo que hace un triunfador.
El que gana sacrificándose en hacer lo que no desea, destruyendo a los seres que ama o sometiendo su auténtica vocación en ser lo que no desea ser, no se puede considerar un auténtico triunfador; es un extraviado en la vida que logró tener lo que no deseaba y que inevitablemente se convertirá en un ser amargado que reprochará a la vida lo que él no fue capaz de dar.
Se narra sobre un famoso concertista de piano, que en alguna ocasión, después de haber logrado una interpretación excelsa de Chopin, uno de los asistentes se le acercó y le dijo: "Maestro, yo daría la mitad de mi vida por lograr tocar como usted ha tocado esta noche", y él le contestó: "Yo ya la he dado", ya había entregado la mitad de su vida por alcanzar esa virtud. Así hemos de luchar siempre para no sacrificarnos, hacer lo que debemos hacer, para lograr lo que deseamos.
Vocación significa "llamado a" y todos los seres humanos tenemos un llamado diferente, que además representa el único camino a la realización; por ejemplo, quien se siente llamado a la medicina será un fracasado si se dedica a cualquier otra actividad, ser empresario es un llamado tan singular como cualquier otro, lo cual no debemos confundir con tener dinero para buscar mayores satisfactores, éste es un mensaje en el inconsciente universal, vivir mejor, todos anhelamos bienestar, pero creer que a través de una empresa lo vamos a lograr de inmediato y fácil, es un grave error existencial.
Busque su LLAMADO y conquístelo con esfuerzo, pero con alegría, porque la cima que alcanzará, será la que esperaba.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Flojera


Necesitamos imperiosamente romper con el círculo light (corriente del comportamiento contemporáneo que se caracteriza por la ley del menor esfuerzo) si queremos salir adelante, y sólo se puede lograr a través del esfuerzo.
A un grupo de jóvenes se les preguntó: "¿A quién le había atacado la flojera aguda?", y se les pidió que levantaran la mano, la mitad lo hizo, la otra mitad no la levantó porque tenía"flojera".
Hoy por hoy, nuestro más importante e inmediato desafío es sacudirnos la pasividad y el aletargamiento, los cuales son los síntomas más notorios de la mediocridad, son tiempos de esfuerzos sostenidos, de constancia y perseverancia, de aplicarnos a fondo si de verdad queremos surgir como personas, familias y naciones de triunfadores. Ya tendremos tiempo para descansar el día que nos digan: descanse en paz, secula seculorum, amén.
No hay causa más digna que realizar una tarea bien hecha, renunciar a trabajar es renunciar a ser creativo, a ser colaborador de la creación, me imagino que si un ser humano no trabaja, no enfrenta desafíos, no tiene obstáculos por superar, y si además recibe sin esfuerzo su alimento, a este tipo de personas se les hace más daño que bien.
El ser humano es un auténtico milagro porque posee la capacidad de realizar milagros, gracias fundamentalmente a su esfuerzo creador. El secreto del éxito está dentro de cada ser humano, así como si partimos a la mitad una manzana invariablemente encontraremos una estrella de cinco puntas, así en el interior de cada uno de nosotros llevamos la estrella del esfuerzo, la energía necesaria para alcanzar todo aquello que nos propongamos, dejemos a un lado la postergación y sacudámonos de la flojera, lograremos nuestros propósitos con esfuerzo y realizaremos nuestros sueños.

Para los Problemas


Un hombre después de pensarlo se decidió a reparar una vieja casa que tenía en una granja. Entonces, contrató a un carpintero que se encargaría de todos los detalles logísticos de restauración.
Un día decidió ir a la granja, para verificar como iban todos los trabajos. Llegó temprano y se dispuso a colaborar en los quehaceres que realizaba el carpintero. Ese día parecía no ser el mejor para el carpintero. Su cortadora eléctrica se había dañado, haciéndole perder dos horas de trabajo. Después de repararla, un corte de electricidad en el pueblo le hizo perder dos horas más de trabajo. Tratando de recuperar el tiempo, partió dos cierras de su cortadora. Ya finalizando la jornada, el pegamento que disponía no le alcanzaba para mezclar su fórmula secreta de acabado.
Después de un día tan irregular, ya disponiéndose para ir a su casa, el camión se le negaba a arrancar. Por supuesto, el dueño de la granja se ofreció a llevarlo. Mientras recorrían los hermosos paisajes de la granja, él iba en silencio meditando. Parecía un poco molesto por los desaires que el día le había jugado.
Después de treinta minutos de recorrido llegaron a la casa del carpintero, y de sorpresa lo invitó para que conociera a su familia. Mientras se dirigían a la puerta, el carpintero se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, de color verde intenso y por demás hermoso. Tocó varias ramas con sus manos, mientras admiraba sus preciosas hojas.
Cuando abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas y alegría. Sus hijos se lanzaron sobre él, dando vueltas en la sala. Le dio un beso a su esposa y lo presentó. Le invitó un refresco y una suculenta empanada. Ya despidiéndose, lo acompañó hasta el auto.
Cuando pasaron nuevamente cerca del árbol, la curiosidad fue grande y le preguntó acerca de lo que había visto hacer un rato antes. Le recordó su conducta con el árbol.
¡Ohh!, ese es mi árbol de los problemas, contestó.
Y luego procedió a explicar y dijo: sé que no puedo evitar tener dificultades en mi trabajo, percances y alteraciones en mi estado de ánimo. Pero una cosa si es segura: Esos problemas no pertenecen ni a mi esposa y mucho menos a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el “árbol de los problemas” cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo nuevamente, porque tengo que solucionarlos. Lo divertido es, dijo sonriendo el carpintero, que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.
El dueño de la granja se subió a su auto, meditando sobre la estrategia del carpintero para ser más feliz y evitar contaminar el hogar con los problemas laborales. Entonces se dijo, valió la pena el paseo de hoy.
Llegó a la granja y se dispuso a seleccionar su árbol de los problemas. Y desde entones cada vez que llegaba a su hogar ya saben lo primero que hacía.
“Tenemos que saber que el mundo sólo se puede captar mediante la acción y no la contemplación. El impulso más poderoso, en el ascenso del hombre, es el placer que le produce su propia habilidad. Gocemos haciendo lo que hacemos bien, y habiéndolo hecho bien, gocémonos haciéndolo mejor y lo que no sabemos aprendámoslo y gocemos aprendiendo y luego seremos mejores porque habremos aprendido con gozo”.


Arayashiki

miércoles, 5 de septiembre de 2012

El Dilema del Erizo

En 1851, el filósofo Arthur Schopenhauer planteó en su obra Parerga und Paralipomena la siguiente parábola:

En un día muy helado, un grupo de erizos que se encuentran cerca sienten simultáneamente la necesidad de juntarse para darse calor y no morir congelados.

Cuando se aproximan mucho, sienten el dolor que les causan las púas de los otros erizos, lo que les impulsa a alejarse de nuevo.

Sin embargo, como el hecho de alejarse va acompañado de un frío insoportable, se ven en el dilema de elegir: herirse con la cercanía de los otros o morir. Por ello, van cambiando la distancia que les separa hasta que encuentran una óptima, en la que no se hacen demasiado daño ni mueren de frío.




 



martes, 4 de septiembre de 2012

Carta a un alumno

Hace unos días me dijiste, querido alumno, que era fácil la tarea de un profesor: “sólo tiene que explicar lo que ya sabe”. ¡Ay si tú supieras...!
¿No te he dicho nunca que la mayor parte de lo que te enseño lo aprendí sorteando los obstáculos contigo, creciendo yo también a tu lado?. La Universidad te muestra el sendero; pero el camino sólo se
hace al andar.
Lograr que reconozcas los pronombres, que solventes una ecuación, que leas en inglés, o que valores la Ilustración, no me convierte en una buena educadora. En un mundo plagado de información, yo debo contribuir a tu formación.
Para que tú seas justo, yo debo ser ecuánime.
Para que seas tolerante, yo debo ser comprensiva.
Para que seas responsable, yo no puedo ser negligente.
Para que tú aprendas a quererte, yo debo darte ánimo.
Y, por encima de todo, debo ser paciente... ¡Muy paciente!
A veces me insinúas (en voz baja o sin palabras) que sea tu confidente, que interceda por ti o ¿qué sé yo!, porque tú, por pedir, que no quede. De pequeño, te abracé y calmé tu llanto al entrar por vez primera en el aula; al crecer, aumentaron mis exigencias y tus reproches; en la adolescencia, sosegué tu ímpetu; y ahora te encamino hacia más altos vuelos, lejos de mí. Si alguna vez me asalta la tentación de tirar la toalla, viene a mi memoria aquella sentencia implacable del Principito: “Eres responsable para siempre de lo que has domesticado”.
¿Conoces a Khalil Gibran? Es un poeta libanés. Espero no ser presuntuosa si ahora atribuyo a los profesores unas frases que él dedica a los padres: “Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia lo lejos. Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue. Porque, así como Él ama la fl echa que vuela, ama también la estabilidad del arco y su constancia”.
Cuídate mucho, querido alumno, ahora que me dejas, y sabe que tu recuerdo y gratitud son mi mejor recompensa.
Una Profesora.